Hasta bien entrado el siglo veinte, Bakaiku como los demás pueblos de la zona era un pueblo que vivía mayoritariamente de la agricultura y la ganadería. En los bosques pertenecientes a esta localidad se plantaron en su tiempo castaños para que los habitantes de este municipio tuviesen la oportunidad de recoger y almacenar el fruto de este árbol de cara al duro invierno de la zona.
Los castañales se han mantenido hasta hoy en día en que se pueden ver centenarios castaños al lado de otros ejemplares más jóvenes. La gente sigue yendo sin falta cada otoño a recoger castañas para luego comerlas bien cocidas o asadas en la chimenea en los típicos “danbolines”.